Sentidos abiertos.
Dejarse mecer. Recibir. Recibir no necesariamente con los brazos abiertos, pero si sabiendo que estás recibiendo. Recibir en lugar de dar, sin dar para recibir. Recibir por el mero placer de recibir. Sentidos abiertos. A la belleza, a la música, a la naturaleza, al amor, a las emociones, a los detalles, a las sensaciones… Sentidos abiertos para recibir el sonido de los pájaros alrededor, el ladrido de un perro en la lejanía. El sonido del motor de un avión que llega o se marcha quizás lleno de pasajeros repletos de historias tan importantes como las mías. Recibir el calor de una mano que espontánea se posa en la mía sin querer apartarla. Recibir el estruendo de la risa o el grito desesperado. Recibir la alegría y la tristeza de la vida. Simplemente dejarse mecer, por el frágil y difícil acto de recibir.
Erika G. Lee
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